Diego Velasco Andrade
El espacio de las sociedades de tradición a diferencia del de las contemporáneas dice el historiador de culturas Mircea Eliade, no es “homogéneo”, él presenta rupturas, roturas, desgarraduras, hay ciertas porciones de espacio cualitativamente diferentes de otras; esta “no homogeneidad espacial” se traduce en la experiencia arquetípica de oposición entre el “espacio sagrado”, aquel que “existe realmente” y otro extendido, común y profano que lo entorna.
Hay entonces “espacios sagrados” fuertes y significantes y otros llanos y sin estructura, amorfos y sin energía. Digamos que la experiencia religiosa de la no homogeneidad del espacio en las Tierras del KI, debió constituir para nuestros pueblos ancestrales una experiencia primordial comparable a una “fundación de mundo”. Esa ruptura operada en el espacio buscando un corazón o centro, permitiría la constitución del mundo ecuatorial en el valle de Lullumpampa y en las cuatro direcciones sagradas, a partir del cerro o pirámide de Katequilt o Katequilla, como lo demuestran con técnicas arque-astronómicas contemporáneas los científicos ecuatorianos del proyecto QUITSATO (www.quitsato.org)
Aquella constitución matriz en nuestro ordenamiento territorial, aquella centralidad primordial descubriría el “punto fijo”, el punto angular de toda orientación futura para la civilización Kitu Karanki; aquel axis mundi que jugaría el estatuto ontológico para la existencia de las culturas ancestrales del actual Ecuador, a las que el jesuita riobambeño Juan de Velasco llamó en su tiempo y comprensión colonial de manera poética: “El Reino de Quito”.
LA TIERRAS DEL SOL RECTO EQUINOCCIAL
El mismo Mircea Eliade, en su obra Lo Sagrado y lo Profano, conduce su mirada a la estructura misma de la creación del espacio en las sociedades de tradición ancestral, explicando su origen y señala que “puesto que el espacio es simbólico, ubicar y ocupar un CENTRO constituye una experiencia espiritual primaria de toda civilización”…de tal manera que la experiencia de aquel “espacio sagrado” hace posible una “fundación de mundo”; ahí donde aquella centralidad se manifiesta, el espacio real nace a la existencia; pero esta irrupción no se limita a proyectar un punto fijo en el medio de la fluidez amorfa del espacio profano, una suerte de “cosmos en el caos”, sino que su aparición genera también la noción de un eje axial vertical sobre el paisaje que efectúa también una relación axial entre “el mundo del cielo” HANAN PACHA y el “mundo de la tierra” KAY PACHA; entre el mundo celeste, el de los seres humanos y aquel del inframundo UCKU PACHA, los tres mundos matrices de la cosmovisión andina y de todas las culturas milenarias.
En ese contexto, la noción de CENTRO DEL MUNDO, a partir del cerro o gran tola de KATEQUILT, definiría una cuestión vital en el desarrollo de la civilización andino ecuatorial, pues la constitución de ese “paisaje histórico cultural” llamado desde diferentes ópticas “Reino”, “Estado” o “Señorío” de KI TU, debió haber coincidido con la aparición de una arquitectura monumental: aquella de las TO-LAS, tumulis o pirámides de tierra que caracterizan a nuestra civilización ecuatorial; así como con la búsqueda de una escritura simbólica en cerámicas, objetos metálicos simbólicos, sellos, tapices, vestuario y en fin, en el mismo territorio, a través de la localización de pukarás, templos, caminos, e hitos geodésicos y astronómicos llamados wankas, piedras volcánicas y de inti watanas, piedras rituales alineadas en base a ceques o radios de organización comunitaria y espacial; en suma, con el ordenamiento del mítico “caos original” para el desarrollo de “su civilización de centro de mundo”, aquella a la que también pertenece la del KI TU milenario y ancestral.
Basándonos en la etimología del fonema Tsafiqui (lengua tsáchila) “KI” (centro o lugar) y de otros conexos como TO (tierra o mundo), a despecho de otros “intelectuales” funcionales a la fundación española, nosotros sostenemos que la conciencia espacial de los habitantes del “ecuador precolombino”, estuvo desde sus orígenes, íntimamente ligada al conocimiento geodésico y cósmico de su ambiente sagrado.
Así, la utilización de toponímicos relacionados con el prefijo o sufijo KI tales como Kitu, Pusuki, Pumaski, Cochaski, Kinchi o Sangolkí, (por nombrar solo unos cuantos en la micro región de la actual ciudad de Quito), nos permite inferir un ordenamiento ancestral de las Tierras del KI; igualmente, que esta conciencia estaría estrechamente ligada a cifrar una escritura geodésica y simbólica del CHAWPI ÑAN o INTI ÑAN, camino del sol de este a oeste exacto en los equinoccios, pues es necesario remarcar que la palabra ki-t-chwa “chawpi“, contrariamente a la palabra castellana “centro” puede también significar el medio, la mitad o el camino de un extendido lineal entre dos campos o quizás “entre dos hemisferios”; de allí que si INTIÑAN significa camino del sol, CHAWPIÑAN querría decir “camino o soga de la mitad” del mundo: aquella línea equinoccial tan afanosamente buscada y “mal calculada” por los geodésicos franceses y por la ciencia racionalista occidental del siglo XVIII.
HACIA EL VERDADERO CORAZÓN DEL “REINO DE LOS COLIBRIES”
Desde tiempos inmemoriales la forma y el centro de la tierra constituyeron un problema para los sabios de Egipto, Babilonia y Grecia. Luego, los científicos de la “Europa cartesiana” buscaban conocer la forma de la tierra y el lugar por donde atravesaba exactamente la línea ecuatorial. Si Newton tenía razón, la Tierra debía ser aplanada en los polos y ensanchada en el “ecuador”; entonces la Academia Francesa de Ciencias envía dos misiones geodésicas: la una hacia el polo norte y la otra hacia la zona ecuatorial para medir “in situ” la longitud de un arco de meridiano equivalente a un grado.
Si la expedición polar enviada a Laponia pasa su aventura sin mayores contratiempos, la expedición llevada a cabo en la región del antiguo “Reino de Quito” (llamada entonces Real Audiencia de Quito) estuvo marcada por interminables disputas entre los científicos e incluso por la muerte o desaparición de algunos de ellos.
Sin embargo de que la famosa expedición de La Condamine determina en 1736 la que creíamos la “posición exacta” de la línea equinoccial, es decir una latitud cero en el largo máximo o “cinturón de la superficie terrestre” y la localizan a 20 Km. al norte de Quito, un hallazgo contemporáneo bajo la utilización de nuevos sistemas de posicionamiento geográfico satelital (PROYECTO ETNO CIENTIFICO QUITSATO), ha demostrado que un semicírculo de piedra en la cima de una pequeña montaña casi desértica y convertida hasta hoy por inescrupulosos mercaderes en lugar de explotación de polvo de arena para la construcción: CATE-KILLA, situada a 200 metros de la posición determinada por la expedición francesa, señala la verdadera “mitad del mundo” y que ésta pirámide natural, así como otros lugares por donde atraviesa la línea equinoccial (la nueva mitad del mundo erigida cerca de Cayambe, Lumbaki en la amazonía, Isla Isabela en Galápagos o Pedernales en el Pacífico) constituirían desde hace mil años un alineamiento sagrado y primordial para la civilización KITU-CARAN-KI, el camino o la soga de la mitad.
Esto demuestra que los conocimientos astronómicos de “los hijos del sol recto”, en los alrededores del año 1200 y mucho antes de la expansión de los inkas, fueron tan altos como aquellos de los egipcios, babilonios, mayas o aztecas, pues estuvieron familiarizados en su relación con los puntos cardinales y las constelaciones como la de Escorpión, Osa Mayor, Orión, estrella Sirio y con la misma Cruz del Sur; pero en especial con el conocimiento del movimiento de precesión de los equinoccios, debido a la inclinación del eje de la tierra (23º 27`) y por lo tanto, con el ángulo de la eclíptica que influye en la aparente variación de las salidas y puestas del sol o TAITA INTY (no del “dios sol”), durante las cuatro grandes partes astronómicas y rituales del año: dos solsticios y dos equinoccios; conocimientos todos que fueron magistralmente diseñados en la estrella solar KITU-KARANKI cuyas expresiones arquetípicas se encuentran en otros símbolos de culturas ecuatoriales.
Para determinar los equinoccios y solsticios de manera exacta, los pueblos del centro del mundo contaban con un sistema muy simple y por lo mismo admirable para su tiempo: utilizaban un gran cilindro sin techo, como aquel del hoy desaparecido templo de PUNTIACHIL en Cayambi (Gustavo Guayasamín, 1992), hecho de cangawa1 y piedras, de aproximadamente dieciocho metros de diámetro y ocho metros de alto, con una puerta de entrada para el ingreso del TAYTA YACHAK, aquel sacerdote y astrónomo encargado de encender el fuego equinoccial con el reflejo del sol en espejos metálicos sobre una chamiza o sobre algodón vegetal y luego mantener y repartir el fuego nuevo, siendo también el encargado de orientar la vida social, cultural y el calendario agrícola y ritual en estos territorios ecuatoriales.
A pesar de su aparente simplicidad, aquel cilindro constituía un observatorio astronómico complejo y un lugar privilegiado para la observación ecuatorial del movimiento del sol cuando este se encontraba próximo al cenit; la fecha cuando el sol iluminaba totalmente el fondo del cilindro y no proyectaba ninguna sombra, -ni adentro ni afuera-, era la hora cero o la del “sin tiempo”, del pasaje horizontal del sol de este a oeste exactos, del camino juguetón del TAITA INTY sobre la soga sagrada del CHAWPIMUNDO ( 21 de marzo y 22 de septiembre respectivamente).
He ahí entonces, la real y ancestral significación del actual nombre de ECUADOR (línea que une y “no divide” a los dos hemisferios como señalan los científicos de Quitsato) y el de KI-TU (no exactamente la ciudad actual) sino el de la “tierra del centro” o “mitad de la tierra” para la búsqueda y construcción de nuestras pasadas, actuales y futuras IDENTIDADES ANDINO ECUATORIALES.
1 Cangawa: adobe, Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcción de paredes o muros. (Nota del editor)
3 comentarios:
Excelente trabajo, felicitaciones
Informacion super valiosa para saber kienes somos...de donde venimos y hacia donde debemos ir....felicidades y xfavor seguir asi....ke no hay buena info de nuestra real cultura y escencia.
orgullosamente ecuatoriana, gracias a nuestros origenes con genes de atawalpa , ruminiahui, y nuestros demas incas guerreros .....kiero expresar al cosmos infinito y a nuestra pachamama...que nos guie para recuperar nuestra verdadera identidad, y nos fortalezca con su sabiduria y marcar todas nuestras etnias y lengua....costumbres y cosmovision
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