LAS TIERRAS KITWAS O LAS TIERRAS DEL KI

Author: Efecto Alquimia / Etiquetas: , , , ,

Quito mirado por Ximena Flores Venegas


Quito, “paisaje multicultural de la humanidad”, desde tiempos ancestrales ha constituido no solamente lugar de encuentro para los pueblos y culturas andino- amazónicas y Pacífico-ecuatoriales, sino aún de la misma Amaru-ka o “tierra de la serpiente sagrada”, que con su reptar anuncia el cambio espiral de la pacha o tiempo-espacio cada 500 años: en un Pachakutik

Su posición equinoccial de lugar del centro del mundo, o morada del “sol recto”, atrajo desde tiempos ancestrales a diversas poblaciones que se instalaron en su meseta, colinas y valles adyacentes, al borde de inmensas cochas hoy devoradas por el “progreso urbano”, tal el caso del que habrá sido el inmenso lago-represa de Aña-kito, desecado lamentablemente por los invasores para el pasto de sus ganados vacuno y ovino, que no son originarios de estas tierras.



Así, el mítico “Reyno de Quito», en el necesario hallazgo identitario de Juan de Velasco en el siglo XVIII o el “Reino de los colibríes” en la poética acepción de Carrera Andrade, debido a la multitud y diversidad única en el mundo de esta diminuta ave sagrada KI-NTI o KINDE, las milenarias Tierras del KI, han sido el asiento central de una verdadera “civilización ecuatorial” que recién hoy empieza a ser advertida, valorada y develada…



A inicios del siglo XVI, cuando la macro sociedad inka termina por “adscribirla” a su organización cósmico territorial, ya constituye la capital y el centro ceremonial floreciente del CHINCHAY SUYU, reflejo sagrado de la constelación de CHINCHAY: la de las siete estrellas que forman el “mono chincha” en nuestra cosmovisión andino ecuatorial (la de Osa Mayor para los occidentales) y que se tiende a los pies del volcán KI-CHINCHA montaña tutelar de los naturales de Kitu, y hacía parte de la más grande unidad política y cultural de AMARU-KA: el gran TAWA-INTI-SUYU : las cuatro partes o regiones del sagrado mundo solar andino…




Mas, a la llegada de los españoles durante la tercera década del siglo XVI, Rumiñahui decide quemarla en su retiro hacia una resistencia de “guerrillas” y poner a buen recaudo los tesoros materiales y cosmogónicos Kitu-Incas, antes del arribo del ex “porquerizo” y analfabeta español Sebastián Moyano, con su alias morisco “Ben-Alcázahar” lugarteniente del muy “noble y leal” Francisco  Pizarro, asesino a traición del inca quiteño Atawallpa en Caxa Marka.

Así, la fundación española de “un San Francisco de Quito de pesadilla” el 6 de Diciembre de 1534, se realiza luego de la primera y apurada “fundación” en territorio Puruway, de la Santiago de Quito a orillas de la laguna de Colta o Kulta Kucha actual Provincia del taita Chimbu-razu, en vista del avance de Pedro de Alvarado posible contendor en la empresa que luego cooptaría el cruel Ben-Alcázahar, quien en su ansiosa búsqueda de tesoros, llegará hasta el santuario ceremonial Kitu Karan-ki del Kinche actual pueblo e iglesia del Quinche, degollando a niños, mujeres y ancianos que se encontraban en su custodia, todo en su belicosa e infructuosa búsqueda de El Dorado.




Después, durante los siglos XVII y XVIII, en la capital de la Real Audiencia de Quito, se construyen iglesias y conventos, edificios públicos y residencias privadas, sobre los antiguos espacios sagrados (la gran kancha ceremonial Kitu en la actual plaza de la independencia) y sobre antiguos templos, edificios y casas kitu-inkas. Iglesias ahora, ornamentadas con altares en pan de oro, esculpidas y labradas en piedra por los mismos artesanos descendientes de KI-TUMBE el mitológico fundador de las tierras altas y bajas de KITU y TUMPES de la actual región andina y costera ecuatorial (HANAN Y URIN en la dualidad andina).





La ciudad metropolitana, “san franciscana” y desmemoriada del Quito contemporáneo, constituye UN PAISAJE CULTURAL MULTICULTURAL, el testimonio mudo de la mixtura y palimpsesto de las culturas ecuatoriales, andinas e indo americanas (por favor, no latinoamericanas) y las occidentales de tradición judeo-cristiana, desde hace casi dos mil años y no solamente un “patrimonio histórico” de un supuesto arte colonial europeo, transplantado mecánicamente a nuestras tierras desde su “fundación española”, como quisieran algunos estudiosos serviles a la colonización y la “madre Patria”.




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